Qué hacemos
Trabajo instrumental en el Método Suzuki
El Método Suzuki trata de una enseñanza musical temprana dirigida especialmente a niños de tres años en adelante cuyo objetivo final es educar y desarrollar al individuo a través del aprendizaje de un instrumento.
En el Método Suzuki los padres están involucrados desde el primer día de clase: el triángulo formado por padre-hijo-profesor, la escucha y práctica diarias en casa, el disfrute y participación siempre activa en las clases de grupo, el refuerzo positivo constante y la metodología basada en el aprendizaje de la “lengua materna” son esencialmente los aspectos que convierten este método de enseñanza musical en una metodología innovadora, única y verdaderamente beneficiosa para cualquier niño del mundo.
Este método no es únicamente una eficaz metodología del instrumento, sino que también es una auténtica filosofía de vida basada en el respeto al niño como persona y en la idea de que todos, con un entorno adecuado (de impregnación, trabajo progresivo y motivación), podemos desarrollar cualquier aptitud o capacidad y así lograr cualquier objetivo en la vida.
Según la filosofía del Método Suzuki… ¡Todos los niños tienen talento!
Este lema queda bien demostrado al observar que todos los niños del mundo aprenden, de forma natural, a hablar su lengua materna (para lo cual es necesario mucho talento).
Recordemos cómo nuestro hijo aprendió a decir sus primeras palabras “mamá” y “papá”…. y ¡la gran sonrisa que nos iluminó la cara!
¿Cómo aprende un niño a hablar?
Shinichi Suzuki estudió el proceso de aprendizaje de los niños desde su nacimiento, llamado “aprendizaje de la Lengua Materna”, tras lo que observó una serie de pautas comunes a todos los niños:
1. Desde que nace, el niño escucha sonidos y reacciona a ellos. Principalmente, a la voz de su madre, etc
2. De forma reiterada, los padres estimulan a sus hijos repitiendo constantemente palabras como: mamá,papá, etc.
3. A medida que los niños comienzan a decir las primeras palabras, los padres reaccionan en consecuencia de forma positiva, alegrándose por los avances de sus hijos. Como consecuencia, les refuerzan positivamente con sonrisas, besos, caricias
4. La práctica y la repetición hace que el niño forme palabras y las asocie después a su significado. Posteriormente, va enlazando palabras en frases simples y va mejorando su pronunciación (imitando de forma fiel el ejemplo sonoro de sus seres más cercanos).
5. Una vez integrado el lenguaje oral, el niño se inicia ya en la escritura.
¿Qué conclusiones podemos deducir de éste proceso de aprendizaje tan eficaz?
1. Crear un entorno adecuado para nuestros hijos influye indiscutiblemente en el desarrollo de sus habilidades latentes.
2. Los padres somos los principales educadores del niño. Somos los primeros ejemplos a imitar que observan nuestros hijos. También los pilares emocionales que les animan y alientan en la perseverancia y el afán de superación.
3. La escucha y la repetición hace que los niños absorban e integren inmediatamente el lenguaje de forma natural.
4. La alegría de los padres motiva y estimula al niño a seguir esforzándose después.
5. La estimulación temprana es muy importante ya que las capacidades sensoriales están en pleno desarrollo en este momento y los niños son “esponjas”.
6. La práctica diaria favorece la repetición y el repaso de las cosas ya aprendidas y su unión con las nuevas.